miércoles, 24 de febrero de 2016

Las flechas en la aljaba (XXI): Fe y confianza

Desde que iniciamos nuestro camino como cristianos hay una virtud y una palabra que nos acompaña constantemente: la fe.

Tenemos que tener fe en dios, algo pone a prueba mi fe, yo creo en Dios pero a mi no me afecta, tenemos que fortalecer nuestra fe, ¡Señor, aumenta mi fe!.....

Tantas expresiones que hemos oido, incluso pronunciado, usando estas palabras "fe" o "creer".

Es algo tan primordial que deberíamos pararnos a reflexionar para extraer todo el jugo posible a estas expresiones de manera que nos ayuden en nuestro caminar, sin pretender hacer un tratado de Teología Fundamental, ni de interpretación bíblica. Solamente equiparnos con una flecha más en nuestra aljaba para el camino de la vida.

La palabra española fe proviene de la latina fides, fidei, que comparte raiz con otra palabra latina confido (confiar), de la que deriva nuestra palabra confianza.

Es decir, si nos paramos a pensar un poco, podemos ver cómo la palabra fe y la palabra confianza designan el mismo concepto, por lo que la segunda puede ayudarnos a clarificar la primera.

¿qué significa tener fe? Tener fe es tener CONFIANZA. Si digo que "tengo fe en alguien", es que confío en él. Si digo que "creo en la familia" estoy diciendo que tengo confianza en que la familia es algo primordial.

Hemos dicho muchas veces: Yo creo en Dios (yo tengo fe en Dios) pensando que con esta expresión estamos diciendo: Creo que Dios existe. Y ya está.

Creer en Dios equivale como a decir, "vale, sé que Dios existe", pero sin que esa existencia transcienda a mi vida. No me compromete a mucho, es un mero hecho.

Sin embargo, la confianza no se queda sólo ahí. Si digo que confío en Dios, estoy diciendo mucho más, que Dios existe y que es importante en mi vida hasta el punto de que soy capaz de confiarle los principios de mi existencia para ponerlos en sus manos.

En realidad eso también es la fe, pero quizás con la palabra CONFIANZA se entienda mejor.

Les invito a hacer este pequeño ejercicio en sus meditaciones, en su oración, en sus lecturas espirituales o en cualquier conversación sobre temas cristianos: cuando recurran a la palabra fe, cámbienla por CONFIANZA.

Así es fácil caer en la cuenta que cuando decimos que "tengo fe en Dios" estoy diciendo que me pongo en sus manos y me confío a su voluntad.
Porque cuando confío en alguien, me fío de su voluntad, que sé que no me defraudará. Y si no confío en Él, es que mi fe es muy débil.

De la misma manera si digo "la fe cristiana es algo importante para mí", ¿qué estoy diciendo? Que algo importante en mi vida es mi confianza en Cristo, con todo lo que ello conlleva. Por eso la fe es una virtud esencial para el cristiano, sobre la que se sustenta todo, sobre la confianza que depositamos en Cristo.

¿Nos hemos parado a pensar si confiamos en Cristo? ¿Confiamos en su voluntad, o nos fiamos de Él? Pues si no somos capaces de confiar en Él, es que no tenemos fe. Tener fe es tener confianza en Él, pero si no somos capaces de confiar en Cristo, es que no tenemos fe en Él.

Por eso (en una interpretación meramente espiritual mía) la fe es un don de Dios. Es decir, de Dios parte la iniciativa de que confiemos en Él. Porque Él se hace digno de nuestra confianza y abre sus brazos a que nos entreguemos a Él y a su santa voluntad.

Somos nosotros los que recelamos, los que huimos de la confianza que nos da un amigo, los que nos da miedo entregar nuestra vida a Él que nos la pide para hacerla perfecta, santa, agradable a Dios mediante la lucha contra el pecado.

Cuando Adán se escondía de Dios en el paraíso, había perdido la fe en Él, es decir, había perdido su confianza en Él. Había confiado en el diablo antes que en la Palabra del mismo Señor. Recuperar la confianza es recuperar la fe.

A esto voy... ¿y el pecado? Que Dios sea el único autor de la norma moral (como nos enseña el Génesis en el relato del paraiso) nos obliga a confiar en Él que nos enseña cuál es el camino recto. Si intentamos crear nosotros el camino, inventarnos la enseñanza, no estamos confiando en Él, no estamos teniendo fe en su Palabra.

La Fe en Dios (Confianza en Dios) implica por tanto varios rasgos característicos:

- tener fe en Dios implicar conocer su existencia. El primer momento de la confianza en alguien nos lleva a conocer su existencia. No podemos confiar en lo que no existe, o en lo inanimado.

- tener fe en Dios y conocer su existencia nos lleva a confiar en Él para poder decir de verdad que creemos en Él. Decirle a alguien: creo en tí, pero no te confiaría ni lo más liviano de mi vida, no suena a veraz.

- tener fe en Dios (confiar en Él)  implica entregarnos alegremente a su voluntad (como hacemos con el verdadero amigo al que confiamos nuestra vida en los momentos clave).

- tener fe en Dios (confiar en Él) implica aceptar su enseñanza como la única norma moral segura. No podemos recibir ninguna enseñanza de un maestro si no confiamos en su sabiduría y su capacidad de transmitírnosla.

- tener fe en Dios (confiar en Él) nos lleva a esperarlo en el umbral de nuestra existencia con la misma confianza que el hijo pródigo puesta en su infinita bondad.

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