sábado, 14 de febrero de 2009

Lecturas recomendadas (II)

Título: Dios existe. Yo me lo encontré
Autor: André Frossard
Editorial: Rialp

André Frossard había nacido en la única aldea francesa en que sólo había una sinagoga y no había iglesia. Su familia era de condición republicano-radical más próximo a las ideas comunistas y educó a sus hijos en el más recalcitrante jacobinismo laico y ateo lo que le hizó llevar a no sentir la menor curiosidad por la religión.

El libro cuenta su vida, desde sus primeros momentos de la infancia rural hasta su conversión fulminante. Sí, porque André Frossard, con todas sus teorías bien aprendidas del movimiento revolucionario fue tumbado fulminantemente por la gracia de Dios un día:

"Me lo encontré fortuitamente, con el asombro de paseante que, al doblar una calle de París, viese, en vez de la plaza o de la encrucijada habituales, una mar inesperada que batiese los pies de los edificios y se extendiese ante él hasta el infinito. Fue un momento de estupor que dura todavía. Nunca me he acostumbrado a la presencia de Dios.

Habiendo entrado, a las cinco y diez de la tarde, en una capilla del Barrio Latino en busca de un amigo, salí a las cinco y cuarto en compañía de una amistad que no era de la tierra.
Habiendo entrado allí escéptico y ateo de extrema izquierda, y aún más que escéptico y todavía más que ateo, indiferente y ocupado en cosas muy distintas a un Dios que ni siquiera tenía intención de negar, volví a salir algunos minutos más tarde "católico, apostólico, romano", llevado, alzado, recogido y arrollado por la ola de una alegría inagotable."

Falleció en 1994 siendo un escritor y pensador católico de primera linea en Francia.

Este libro se ha convertido en un clásico del género autobiográfico y de conversión, permaneciendo en edición durante más de 30 años.

Artículos relacionados:
Hipótesis sobre Jesús

Originalidad del Dios bíblico

El concepto fundamental de toda la Biblia que define la relación entre Dios y los hombres es el de Alianza.

Los dioses de otros pueblos (egipcios, asirios, babilonios, griegos, romanos) no tenían un carácter personal, eran más figuras decorativas que dioses a los que interpelar y sentirse interpelados por ellos. Sus fieles se sitúan en una posición de subordinación absoluta respecto a ellos. Dios está arriba y el hombre está abajo; no hay interpretación ni alternativa posible. El hombre debe cumplir con los ritos establecidos para evitar caer en la maldición divina. Esos dioses no conocen la misericordia. Comparten su poder con otros dioses, por lo que no son omnipotentes; la figura de un dios limitado es el fiel reflejo de que sus fieles no los ven como verdaderamente dioses.

A diferencia de esos otros dioses contemporáneos al de Israel, el Dios Bíblico al manifestarse a los hombres desde el primer momento (vocación de Abraham: "Sal de tu pueblo y de la casa de tu padre que yo te daré una tierra donde mana leche y miel") quiere definir su relación con los hombres como una Alianza, es decir, en un término que a mi juicio define mejor el sentido de dicha palabra, un Pacto (en hebreo, la palabra berit designa un contrato, un pacto entre amigos, una alianza entre naciones, etc.).

Antes de analizar las características de la Alianza Bíblica, es importante, a mi juicio, detenernos a reflexionar en las características de este modo de relación:

a) Pacto, relación entre iguales: un pacto se celebra siempre entre dos iguales. Un rey y un vasallo no celebran un pacto para establecer sus relaciones personales a no ser que el rey sea condescendiente y generoso. El rey impondrá su ley o su voluntad y el siervo obedecerá o sufrirá el castigo previsto. Sin embargo, un rey sí puede celebrar un pacto con otro rey y, del mismo modo, un vasallo podrá celebrar un pacto con otro vasallo.

b) Pacto, implica un reconocimiento del carácter personal del otro: no se celebra un pacto entre una persona y una cosa: el pacto siempre se celebrará entre dos personas. Incluso cuando, modernamente, celebramos pactos o contratos entre una persona y una entidad (un contrato laboral o una cuenta corriente en un Banco), esa entidad ha debido recibir previamente una forma societaria con una personalidad jurídica.

c) Pacto, implica un reconocimiento de la libertad y voluntad soberana entre las partes: no cabría en nuestra cabeza que celebráramos un contrato con una persona disminuida en su capacidad de obrar ni que obligáramos por la fuerza a alguien a hacer lo que no quiere hacer. Un pacto implica siempre libertad propia y respeto a la voluntad ajena.

Dios, a la hora de configurar su relación con los hombres, lo hace mediante una Alianza. Además esta Alianza se configura de un modo especial a lo largo de la historia bíblica del pueblo de Israel según las escuelas que transmitieron los distintos textos:

Así tenemos:

1) Dios establece una Alianza unilateral con el hombre (escuela sacerdotal); hay tres ejemplos: la alianza con Noé de carácter universal (el arco iris); la alianza con Abrahám (circuncisión); la alianza con Moisés (el sábado). En todos estos casos, el hombre acepta la alianza como una promesa de Dios.

2) Dios establece una Alianza bilateral con el hombre (escuela deuteronomista); Dios se compromete libremente con el hombre y el hombre acepta libremente ese compromiso. La fórmula típica de este pacto es: "vosotros sois mi pueblo, yo soy vuestro Dios". Es la alianza sinaítica (Ex 19 y 24). La caracteristica principal de la actitud del hombre debe ser la fidelidad; Dios no admite otros dioses.

3) Dios establece una Nueva Alianza con el hombre en Jesús; ante el fracaso de la Alianza sinaítica pues el pueblo ha sido infiel en múltiples ocasiones, en el pueblo comienza a reinar el pensamiento de una Nueva Alianza mesiánica (Jr 31, 31-34; 33, 14-22). La Nueva Alianza vendrá de la mano de un Mesías que salvará definitivamente al pueblo de sus pecados pues cargará con ellos. Para nosotros, éste es Jesús. Dios ha quedado impregnado de la naturaleza humana por su Resurrección y el hombre ha sido bañado del Espíritu Divino.

Ya no cabe una Alianza más próxima que, no obstante, respeta siempre la libertad humana.

Artículos relacionados:
¿Yahvéh o Jehová?

viernes, 13 de febrero de 2009

Para orar (III)

Había pedido a Dios FUERZA para triunfar;
Él me ha dado FLAQUEZA para que aprenda a obedecer con humildad.

Había pedido SALUD para realizar grandes empresas;
me ha dado ENFERMEDAD para que haga cosas mejores.

Deseé la RIQUEZA para llegar a ser dichoso;
me ha dado POBREZA para que alcance la sabiduría.

Quise PODER para ser apreciado de los hombres;
me ha concedido DEBILIDAD a fin de que llegara a tener deseos de Él.

Pedí un COMPAÑERO para no vivir solo;
me dio un CORAZÓN para que pudiera amar a todos los hermanos.

Anhelaba COSAS que pudieran alegrar mi vida;
me dio la VIDA para que pudiera gozar de todas las cosas.

No tengo NADA de lo que he pedido;
pero he recibido TODO lo que había esperado.

Porque, sin darme cuenta, mis plegarias no formuladas han sido escuchadas.

Yo soy, de entre todos los hombres, el más rico.


(De la web Abandono)

Artículos relacionados:
Para orar (II)
Para orar (I)

¿Yahvéh o Jehová?


El nombre de Dios en el Antiguo Testamento se escribe con cuatro consonantes hebreas, que llamamos Tetragrámaton Sagrado (del griego 'tetra'= cuatro; 'gramaton'=letra) y que se translitera al castellano como YHWH (iod - he - vav - he), si bien aquí hemos cambiado el orden original de la escritura, pues el hebreo se escribe de derecha a izquierda (por lo que la transliteración original, realmente sería HWHY).

Se relaciona el posible origen de esta palabra con la raíz hebrea relacionada con el verbo ser, de manera que podría venir a significar 'yo soy', 'el que es', el que llega a ser' o 'el que causa el ser' en función de las distintas posibilidades de traducción que ofrece los casos hebreos. De hecho así ha sido traducido en Ex 3, 14, por ejemplo.

Sabemos de la importancia que el nombre de una persona representaba en el mundo judío. De ahí que sea fácil comprender que pronunciar el nombre de Dios era impensable para un judío.

Cuando un judío que leía en voz alta un texto bíblico se encontraba con el nombre de Dios, siempre utilizaba en su sustitución el nombre de Adonai (Señor), aunque en el lenguaje coloquial utilizaba Hashem. La traducción de la Septuaginta siguió la misma tradición, por lo que tradujo el nombre de Dios como Kyrios (Señor), y San Jerónimo en la Vulgata tradujo Dominus en el mismo sentido. Por esto, era lógico que se llegara a desconocer la pronunciación del Dios bíblico, debido a que el hebreo no escribe las vocales que sirven para pronunciar cada palabra, como ya sabemos.

Una palabra escrita sólo con consonantes y de la que se desconoce las vocales que la componían, termina por volverse impronunciable por el mero desconocimiento de cómo se articularía el sonido de dichas consonantes.

Cuando los masoretas comenzaron su labor codificadora, se encontraron con el problema de qué vocales adjudicar al nombre de YHWH. Para ello los masoretas idearon un método para colocarle vocales a esa palabra. Así, con un sentido más religioso que filológico, lo que hicieron fue añadirle las vocales de la palabra Adonai a YHWH, con el objeto principal de recordar al lector que dicha palabra se debía pronunciar como Adonai y no de otro modo.

De esa manera la combinación de vocales de Adonai (a-o-a, la i no es una vocal en hebreo sino una consonante) se transcribió sobre el nombre de YHWH, cambiando la "a" inicial por "e" debido a que la Y inicial debía ir acompañada de una "e", que es una vocal fuerte, en lugar de la "a" que es débil.

Así lo que obtuvieron fue la palabra Ye-Ho-WaH. Muchos pretenden que dicha palabra es el nombre original del Dios bíblico, como si no existiera otra forma posible, pero en realidad proviene de la elaboración hecha por los masoretas en tiempos muy posteriores.

Esto no obstante, siguieron sin pronunciar el nombre de Dios, pues siguieron pronunciándolo como Adonai, por lo que la diatriba sobre este nombre se trasladó al ámbito cristiano.

Una línea de investigación más rigurosa, desde el punto de vista filológico, sugiere acudir al propio texto bíblico a buscar palabras que compartan la misma raiz que YHWH para ver cómo se pronunciaban (de ellas, sí conocemos su pronunciación).

Así los nombres de Isaías (Isa Yah) o Jeremías (Jerem Yah) o Aleluya (Hallel u Yah, alabad a Dios) nos remiten a dicha raiz común pero nos indica que se pronunciaba con la "a" no con la "e". Por otro lado tenemos los testimonios de los samaritanos del siglo V a.C. que sí pronunciaban el nombre de Dios, como Iabe.

Todas estas conclusiones permitieron postular la posibilidad de que el nombre de Dios, en el AT, se pronunciara como Ya-H-Wé-H.

Por todo ello, las biblias católicas adoptaron el criterio filológico de traducir el Tetragrámaton como Yahvéh.

En el ámbito litúrgico, sin embargo, S.S. Benedicto XVI ha recordado a través de una Carta remitida por la Congregación para el Culto Divino a todos los obispos, la antigua tradición, recogida por los primeros cristianos, de no pronunciar el nombre sagrado de Dios, sino sustituirlo por las expresiones Señor o sus equivalentes en otros idiomas.

Por ello, se recuerda en dicha carta que en los leccionarios litúrgicos no se pronuncie el nombre de Yahvéh, sino que sea sustituido en el sentido del párrafo anterior.

El texto original de dicha carta lo adjuntaré en otro artículo adicional. Para los interesados recomiendo su lectura pues expone en breves palabras la riqueza de los escritos neotestamentarios a la hora de adjudicar a Jesús el título de Señor, es decir, de identificarlo con el Dios de los padres, afirmando su divinidad.



Artículos relacionados:
Originalidad del Dios Bíblico

Principales ediciones de la Biblia
¿Existió Pilatos?

jueves, 12 de febrero de 2009

Pensamientos (IV)


"Es hermoso estar con Él y, reclinados sobre su pecho como el discípulo predilecto, palpar el amor infinito de su corazón.

Si el cristianismo ha de distinguirse en nuestro tiempo sobre todo por el « arte de la oración », ¿cómo no sentir una renovada necesidad de estar largos ratos en conversación espiritual, en adoración silenciosa, en actitud de amor, ante Cristo presente en el Santísimo Sacramento?

¡Cuántas veces, mis queridos hermanos y hermanas, he hecho esta experiencia y en ella he encontrado fuerza, consuelo y apoyo!"


Juan Pablo II, encíclica Ecclesia de Eucharistia, n. 25.

Artículos relacionados:
Pensamientos III: San Anastasio Sinaíta
Pensamientos II: S.S. Pío XII
Pensamientos I: San Agustín

¿Quiénes eran los masoretas?


La lengua en la que se escribieron los escritos del Antiguo Testamento fue mayoritariamente el hebreo.

Sólo fueron compuestos en griego los escritos nacidos en la época helenística de dominación de Palestina, sobre todo de la literatura sapiencial. Hacia el 250 a.C. se elabora la traducción de los textos antiguos a la koiné o griego vulgar, conocida como la versión de los LXX.

Sin embargo, esto no impidió que se siguieran transmitiendo por la tradición judía los originales hebreos cuyo texto era venerado como sagrado, como actualmente siguen haciendo.

El hebreo bíblico, como lengua semítica que es, se construye de manera que se hace constar por escrito las consonantes de cada palabra, omitiéndose las vocales. Las palabras así escritas eran reconocidas por el lector y éste, basándose en su conocimiento de la pronunciación de la misma, las pronunciaba añadiéndole las vocales necesarias.

Es como si nosotros escribiéramos "ntg tstmnt" y al ver esto escrito, lo interpretáramos como "Antiguo Testamento".

Unas escuelas rabínicas que se dedicaban a actuar como copistas de los textos bíblicos durante los siglos VI a X de nuestra era, eran los conocidos como los masoretas. Este nombre proviene del hebreo mesora que significa 'tradición'.

Estos rabinos eran extraordinariamente cuidadosos en las transcripciones de los textos bíblicos, de modo que hacían anotaciones al margen de sus copias en las que aclaraban el sentido de ciertas palabras y hacían observaciones sobre los posibles cambios que hubieran sufrido las mismas en copias anteriores del texto bíblico en las que se estaban basando.

Al cabo de mucho tiempo, el hebreo fue un idioma que dejó de utilizarse en la expresión oral por lo que la pronunciación de ciertas palabras comenzó a ser dudosa. Para evitar esto, diversos grupos de masoretas, en su afán por preservar el texto bíblico, inventaron unos signos basados en puntos y pequeños trazos que añadían al texto hebreo tradicional para ayudar a la pronunciación de cada palabra.

Dicho sistema de puntuación evolucionó en el tiempo buscando métodos más perfectos para reflejar la pronunciacion correcta de cada palabra. Para ello, hubieron de sistematizar la gramática hebrea, por lo que se les considera los primeros gramáticos de dicha lengua.

El "problema" surgió con la anotación del nombre del Dios Bíblico, del Tetragrámaton Sagrado, puesto que los judíos nunca pronunciaban el nombre de Dios y en realidad, no sabían cómo se pronunciaba. Trataré en un próximo artículo de esta circunstancia.

Algunos códices que se conservan que contienen el texto bíblico transcrito por diversas escuelas masoréticas son los de El Cairo, de Alepo y de Leningrado (ss. IX-XI).

La labor de los masoretas fue tan cuidadosa y perfecta que al aparecer textos en la cueva de Qumrán, dichos textos coincidían admirablemente con las transcripciones recibidas a través de los propios masoretas, de lo que se deduce la fidelidad que mantenían con sus fuentes originales.

Gracias a ellos se preservó la integridad del texto hebreo bíblico original del que podemos conocer sus fuentes primigenias a través de su ardua labor.

miércoles, 11 de febrero de 2009

Pensamientos (III)


"Atendamos a la santa oblación, inclinemos las cabezas, cerremos los pensamientos, cerremos la lengua, llenemos nuestra mente, elevémonos al cielo.

Tengamos arriba el alma y el corazón, levantemos a Dios los ojos del alma, pasemos al cielo, pasemos los ángeles, pasemos los querubines, y lleguemos al trono mismo del Señor, abracemos los pies inmaculados de Cristo, lloremos y hagamos fuerza a su misericordia. Confesémonos ante su altar santo, celestial e inteligible.

Estas cosas os testifica el sacerdote al decir: 'Tengamos arriba los corazones'. ¿Pues qué respondemos a esto? 'Los tenemos hacia el Señor'.

¿Qué dices? ¿Qué haces? Está la mente entretenida en lo corruptible y pasajero; está ocupada en apariencias, riquezas, placeres y pleitos; ¿y dices: 'La tengo hacia el Señor'?

Ten cuidado, por favor, no vaya a ser que no tengas la mente arriba, hacia el Señor, sino abajo, hacia el diablo."


(San Anastasio Sinaíta -s. VIII-, Sermón de la Santa Sinaxis)

80º Aniversario de los Pactos Lateranenses


Hoy día 11 de febrero de 2009, se conmemora el 80º aniversario de la constitución del Estado de la Ciudad del Vaticano mediante la firma de los llamados Pactos Lateranenses, que recibieron tal nombre por haberse sido firmados en el Palacio Lateranense.

Hasta 1870 el Papa ejerció su soberanía sobre los Estados Pontificios que cubrían buena parte de Italia, incluída Roma. En ese año, los Estados Pontificios fueron anexionados por el naciente movimiento italiano y nació lo que se dio en llamar la "cuestión romana", es decir, la reivindicación pacífica de la Iglesia para devolver la situación a su status anterior o, en su caso, dar una salida y una compensación a la pérdida sufrida.

Las negociaciones para dar una salida a la Cuestión Romana comenzaron en 1926, entre el gobierno de Italia y la Santa Sede. Dichas negociaciones concluyeron con los Pactos Lateranenses que fueron firmados por Benito Mussolini, en representación del Rey Victorio Emmanuel III y el Cardenal Pietro Gasparri, Secretario de Estado, en nombre de S.S. Pío XI.

La Via de la Conciliazione adquirió su nombre por iniciativa de Mussolini para recordar este acuerdo, como camino que unía a Roma con la Ciudad del Vaticano.

Los pactos lateranenses se desglosan en tres secciones:

-
Pacto de Reconciliación: en el que se reconoce la soberanía de la Santa Sede, que da origen al Estado de la Ciudad del Vaticano. A mi juicio este es el más importante, pues le ha dado posición internacional a la Santa Sede como estado independiente. Esto ha permitido: mantener relaciones diplomáticas con estados de todo el mundo y, por tanto, establecer vínculos de unión y conocimiento mutuo con ellos; la condición de Jefe de Estado del Papa le permite dirigirse directamente a dignatarios de todo el mundo para hacer llegar sus peticiones y ruegos y para que su voz pueda ser oída en los foros internacionales.

-
Concordato o pacto que regula las relaciones entre el estado italiano y la Santa Sede ya independiente.

-
Acuerdos Financieros para proporcionar a la Santa Sede una compensación financiera por sus pérdidas de 1870.

En cuanto al territorio, el Estado de la Ciudad del Vaticano abarca las 44 hectáreas de terreno incluidas dentro de las Murallas Leoninas que circundan la Basílica de San Pedro, incluyendo la plaza del mismo nombre, no así la de San Pío X que queda fuera de dicho perímetro. Sus fronteras miden 3,2 km.

En los artículos 13-15 del pacto de independencia, se reconoce la plena propiedad por parte de la Santa Sede de las Basílicas de San Juan de Letrán, Santa María la Mayor y San Pablo, así como sus edificios anexos. También se reconoce la propiedad del edificio de San Calixto, unido a Santa María in Trastevere. Del mismo modo, se reconoce la propiedad del Palacio Papal de Castelgandolfo así como la Villa Barberini.

Estos territorios junto a todos aquellos donde la Santa Sede establezca sus oficinas y departamentos, a pesar de que forman parte del Estado italiano, sin embargo gozan de inmunidad diplomática a favor de la Santa Sede.

S.S. Pío XI promulgó una Ley Fundamental en 1929 para regir en calidad de ley suprema toda la estructura del nuevo estado. El 22 de febrero 2001, S.S. Juan Pablo II promulgó una nueva que sustituyó completamente a la de 1929. En sus 20 artículos se regulan las funciones del Papa ("1. El Sumo Pontífice, Soberano del Estado de la Ciudad del Vaticano, tiene la plenitud de los poderes legislativo, ejecutivo y judicial."), de la Secretaría de Estado como vehículo de comunicación con otros países, de la elaboración de las leyes, el ejercicio del poder judicial y otras controversias y los símbolos del Estado, como la bandera, el escudo y el sello.

Los pactos fueron revisados en 1984, para eliminar a la religión católica como oficial del estado italiano (art. 1 del Pacto de Reconciliación).

En 2008 S.S. Benedicto XVI ha anunciado que el Estado de la Ciudad del Vaticano no incoporará automáticamente la legislación italiana, debido a los posibles conflictos que podrían surgir con alguna legislación proabortista en vías de aprobación o discusión. Será por tanto de aplicación subsidiaria en cuanto no contradiga los principios de la Santa Sede.

El Estado de la Ciudad del Vaticano tiene reconocida una población de 824 personas.

Aunque la pérdida de los Estados Pontificios se vio en su día como una gran contrariedad por la propia Santa Sede, el Espíritu Santo ha sido sin duda el que nos ha guiado hasta la situación actual. Con esta nueva forma jurídica, la Iglesia ha podido afrontar el siglo XX sin la administración de unos territorios que le hubieran traido problemas añadidos, y con la independencia y la voz de un Jefe de Estado que al servicio de la causa de Cristo, puede oirse claramente en el mundo entero.

Adjunto un enlace a una página web donde pueden consultarse los Pactos Lateranenses en inglés.

martes, 10 de febrero de 2009

Principales ediciones de la Biblia (y II)


Biblia del Oso: traducción de Casiodoro de Reina, editada en 1569 en Basilea. Es una traducción al castellano hecha en el ámbito protestante de la traducción de los textos bíblicos a las lenguas vernáculas. Se la conoce por "la del Oso" por llevar un oso en posición rampante en la portada de la primera edición. En 1602 esta traducción es revisada por Cipriano de Valera que la edita como La Biblia. También se la conoce como la de Reina-Valera. Ha sufrido diversas revisiones a lo largo de la historia, siendo la última la de 1995, siempre en el ámbito protestante.
Biblia del padre Felipe Scío: es una traducción al castellano desde la Vulgata que le encomienda Carlos III a este erudito calasancio en 1780 llegándose a imprimir en 1793. Es la primera gran edición de la biblia castellana después de casi dos siglos de ausencia de textos en lengua española. Incluye cantidad de argumentos jusitificatorios de su publicación, probablemente para huir de alguna pretendida nota de protestantismo que pudiera recaer sobre ella.
Sin embargo, mantiene una estructura en dos columnas con el texto en paralelo de la Vulgata y la traducción. Se le conocen aproximadamente unas ochenta ediciones algunas bilingües y otras solo en castellano. Tuvo una gran difusión por hispanoamérica conociéndose una edición hecha en México y una edición junto con una versión en aymara de partes del nuevo testamento.
Biblia de Torres Amat: Si la Biblia de Scío es la gran traducción al castellano del siglo XVIII, la de Torres Amat es la única gran traducción al castellano del s. XIX. Su nombre lo toma de su autor, el padre Félix Torres Amat, luego Obispo de Astorga. Se inicia la edición en 1823, para terminarla en nueve volúmenes en 1825. Su texto castellano presenta un estilo más depurado que la del padre Scío. Sus ediciones han llegado hasta nuestros días.
Biblia del P. Jünneman: Toma su nombre de su autor el P. Guillermo Jünemann Beckschaefer, Llega a Chile con 8 años de edad donde permanecerá hasta su muerte. Se le considera el primer traductor de la Biblia en América, puesto que emprende la labor traductora desde el griego directamente al castellano. El NT se edita por primera vez en 1928. Se editó nuevamente en Chile 1992 con motivo del Quinto Centenario de la Evangelización de América.
Biblia Nácar-Colunga: obra de los padres Eloíno Nácar Fuster y Alberto Colunga. Es traducción de los textos originales. La primera edición data de 1944, mientras en 1965, M. García Cordero emprende una revisión del texto. Adopta un estilo menos apegado a la traducción literal.
Biblia Bover-Cantera: edición de 1947 hecha por el jesuita José Mª Bover y Francisco Cantera, reeditada en 1975 con correcciones. Esta versión revisada juntamente con el padre O'Callaghan sirvió para publicar el NT en versión trilingüe (griego, vulgata y castellano) en columnas por la B.A.C.
Biblia de Jerusalén: editada en 1966 bajo la dirección de la Escuela Bíblica de Jerusalén. Traduce desde los textos originales, pero siguiendo las interpretaciones y criterios de la primitiva edición francesa, que fue anterior a ella.
Sigue un criterio textual con la inspiración de los Santos Padres. Posee un cuerpo de notas e introducciones muy valioso en buena medida para quien quiera penetrar en el contexto de los distintos libros.
Nueva Biblia Española: sus autores Luis Alonso Shökel y Juan Mateos elaboran una versión de la Biblia con una traducción dinámica que busca un estilismo del lenguaje más que la literalidad del texto. Se edita en 1975 y actualmente es la traducción más próxima a la que utilizan los libros litúrgicos en España. A mi juicio es la más hermosa de las traducciones que tenemos a nuestra disposición en la actualidad, sin embargo sus notas son de menor calidad que las de la Biblia de Jerusalén.
Biblia del Pueblo de Dios: traducción de 1980 de los originales por Monseñor Alfredo B. Trusso y Monseñor Armando J. Levoratti, de la fundación Palabra de Vida, en Argentina.
Es la única versión en castellano hecha íntegramente en América.
Biblia de las Américas (BLA): traducción para el mundo protestante de las lenguas originales de toda la Biblia patrocinada por la fundación Lockman en 1986.
Pretende ser una sucesora de la edición Reina-Valera en un español moderno y actualizado.
Nueva Versión Internacional (NVI): versión española de la inglesia New International Version promovida por la Sociedad Internacional Bíblica del ámbito protestante.
Biblia del Peregrino (1993): es una revisión de Luis Alonso Schökel sobre la Nueva Biblia Española, mejorando aún lo bueno que tiene aquélla.
Biblia interconfesional en castellano (2009): Es la primera edición de la Biblia que se ha realizado por un conjunto de expertos entre los que han estado católicos y protestantes.
Han trabajado en ella durante 30 años. Desde 1978 en que se firmó entre protestantes y católicos un acuerdo de cooperación para las traducciones interconfesionales, no se han producido grandes escollos en esta materia.
Posee un sistema de notas no de carácter confesional, sino lingüístico y literario.
Por esto se considera un hito en la historia: lo más importante es que dé frutos.

Biblia de la Conferencia Episcopal Española: El más reciente logro del trabajo traductor sobre la Biblia lo hemos recibido en recientes fechas. Me refiero a la versión oficial de la
Biblia de la Conferencia Episcopal Española, que ha sido el fruto de un trabajo riguroso durante más de diez años de un grupo de experto encabezados por Domingo Muñoz León y coordinado por Juan Miguel Díaz Rodelas. Será publicado en la BAC (Biblioteca de Autores Cristianos) y cuando vea la luz, irá sustituyendo a los textos bíblicos litúrgicos oficiales actuales.

Artículos relacionados:
Principales ediciones de la Biblia (I)

Conferencia internacional sobre evolución biológica

CIUDAD DEL VATICANO, 10 FEB 2009

Esta mañana, en la Oficina de Prensa de la Santa Sede, se presentó el Conferencia Internacional "Biological Evolution: Facts and Theories. A critical appraisal 150 years after 'The origin of species'"(Roma, 3-7 marzo 2009).

Organizan la conferencia la Pontificia Universidad Gregoriana en colaboración con la Universidad Notre Dame (Indiana, EE.UU.), bajo el patrocinio del Pontificio Consejo de la Cultura, en el ámbito del Proyecto STOQ (Science, Theology and the Ontological Quest).

Intervinieron en la rueda de prensa el arzobispo Gianfranco Ravasi, presidente del Pontificio Consejo de la Cultura y presidente del Comité de Honor del Congreso; el padre Marc Leclerc, S.I., profesor de Filosofía de la Naturaleza de la Gregoriana y director del Congreso, don Giuseppe Tanzella-Nitti, profesor de Teología Fundamental de la Pontificia Universidad de la Santa Cruz y Saverio Forestiero, profesor de Zoología de la Universidad Tor Vergata de Roma, miembro del Comité organizador.

El arzobispo Ravasi afirmó que este congreso responde a la exigencia de "restablecer el diálogo entre ciencia y fe, porque ninguna de las dos puede agotar el misterio sobre el ser humano y sobre el universo".

El profesor Leclerc explicó que el Congreso se divide en nueve sesiones, en las que se expondrán "los hechos esenciales sobre la teoría de la evolución relacionados con la paleontología y la biología molecular"; "el estudio científico de los mecanismos de la evolución, qué dice la ciencia sobre el origen del ser humano". También se hablará sobre "las grandes cuestiones antropológicas relacionadas con la evolución, las implicaciones racionales de la teoría, tanto en campo epistemológico, como metafísico o de la filosofía de la naturaleza". Por ultimo, dijo, "habrá dos sesiones teológicas que estudiarán la evolución desde el punto de vista de la fe cristiana, partiendo de una correcta exégesis de los textos de la Biblia que tratan de la creación, además de la recepción de la teoría por parte de la Iglesia".

El profesor Saverio Forestiero observó que "la relativa fluidez de la teoría evolucionista contemporánea se debe en gran parte a una serie de descubrimientos del último cuarto de siglo que requieren una re-configuración de la teoría sintética y que podrían llevar a una teoría evolucionista de tercera generación".

"Creo que el congreso representa sustancialmente -concluyó- una ocasión ni propagandista ni apologética de encuentro entre científicos, filósofos y teólogos en torno a los temas fundamentales planteados por la evolución biológica -que se asume y discute como un hecho, más allá de cualquier razonable duda- para profundizar en sus manifestaciones y mecanismos causales, además de analizar el alcance y la calidad de las teorías explicativas propuestas hasta la fecha".

Por su parte, el profesor Tanzella-Nitti subrayó que "desde la perspectiva de la teología cristiana, evolución biológica y creación no se excluyen en absoluto. (...) Ninguno de los mecanismos evolutivos se opone a la afirmación de que Dios haya "querido", es decir "creado", al ser humano. Ni siquiera se oponen los numerosos eventos aleatorios a lo largo del lento desarrollo de la vida, a condición de que el recurso al caso sea una simple lectura científica de los fenómenos, incapaz de negar la esfera de los fines".

Tras expresar el deseo de que "la teología haga cada vez un mayor uso de las ciencias naturales como recurso positivo de conocimientos, y no solo como una fuente de problemas", el profesor Tanzella-Nitti afirmó: "No creo que sea posible una evolución biológica en un mundo materialista, sin información, sin dirección, sin proyecto. En un mundo creado, la tarea de la teología es precisamente hablarnos de la naturaleza y del sentido de esta información, del logos, en definitiva, que como le gusta repetir a Benedicto XVI, es la razón increada fundamento de todas las cosas y de la historia".

(VIS)

BLOGUZZ-df9aef80c0

Principales ediciones de la Biblia (I)


Como todos sabemos, la Biblia se compone de diversos libros compuestos a lo largo de toda la historia del pueblo judío, en lo que se refiere al AT, y de las primeras comunidades cristianas, para el NT.

Las primeras versiones del Antiguo Testamento fueron escritas en hebreo, si bien los libros pertenecientes a la literatura sapiencial, fueron escritos en griego común o koiné. Los libros del NT fueron escritos en griego con algunas excepciones que se conservan en arameo.

Todo el cúmulo de distintas lenguas en que se hallaban los escritos originales lleva a que en distintas épocas y en función de las necesidades de las distintas comunidades cristianas y judías, se originara la necesidad de traducir esos escritos a las lenguas propias de otros territorios.

Así han surgido a lo largo de la Historia muchísimas traducciones de los escritos bíblicos encaminados a hacer más comprensibles a todos los hombres la Palabra de Dios. Algunos de ellos han dejado memoria, bien por su calidad lingüística, por el momento o lugar en que se hicieron o por cualquier otra razón. Es mi intención en este artículo hacer referencia a las principales ediciones de la Biblia en lengua castellana a fin de que pueda servir de referencia para
encuadrarlas en su momento histórico y saber por qué fueron importantes.

Comienzo por las traducciones clásicas de los escritos bíblicos que, en muchas ocasiones, han servido de base para alguna traducción al castellano:

Versión de los LXX o Septuaginta: traducción del Antiguo Testamento al griego realizada probablemente en Egipto alrededor del siglo III a.C. por los sabios judíos de Alejandría. En este siglo todo el próximo y medio oriente fue fuertemente helenizado debido a la expansión militar de Alejandro Magno, por lo que cada vez fue más común el uso de la lengua griega común, así como la vida con arreglo a las costumbres helénicas.
Esto fue así, hasta el punto de que la lengua griega fue predominante en estos territorios, incluida la Palestina de los tiempos de Jesús. Es muy probable que Él conociera el griego y lo hablara.
Los escritos del A.T. de los que hace uso Jesús en los evangelios (Lc 4, 17) debieron ser ejemplares de la traducción de los LXX.

Hexaplas de Orígenes: Propiamente no fue una traducción de la Biblia, sino un texto crítico en el que su autor (s. III d.C.) colocó en forma de 6 columnas las traducciones del A.T. por el siguiente orden: texto hebreo original, texto hebreo (transliterado al griego), versión griega de Aquila, versión griega de Símmaco, versión de los LXX y la de Teodoción.
Debido a que era una obra monumental, nos han llegado sólo fragmentos de lo que en su día debió de ser una obra inacabada.

Versión Itala antigua o Vetus latina: traducción al latín de la Biblia desde la versión griega de los LXX para el AT y del griego para el NT. Con este nombre se designa al cúmulo de traducciones latinas que existieron antes de la Vulgata de San Jerónimo.
Con frecuencia existieron diversas interpretaciones de un mismo texto, lo cual muestra que provinieron de manos muy heterogéneas y que no existe una única traducción Vetus Latina.
A este conjunto de textos pertenece el Salterio Galicano, primera versión latina del libro de los salmos y cuya traducción se consideró unida a la propia Vulgata en el Concilio de Trento, aunque había sido levemente retocada por el propio San Jerónimo. Posteriormente, el propio San Jerónimo realizó otra traducción de los salmos directamente desde los textos hebreos, pero no llegó a incorporarse a la Vulgata, pues ya había prevalecido el Salterio Galicano. Este salterio ha permanecido en vigor practicamente hasta nuestros días.
Su nombre se debe a que fue ampliamente usada por la Iglesia de Francia, por contraposición al salterio romano que era el que se usaba casi exclusivamente en la liturgia romana.

Vulgata: el Papa Dámaso encargo a San Jerónimo la traducción de la Biblia al latín, basándose en los originales hebreos y griegos. Utilizó para ello los textos del Hexaplas que tenía a su disposición, así como las versiones de la Vetus Latina.
Colaboraron con él en distinta medida Santa Paula, Santa Marcela y Santa Eustoquia.
Se popularizó durante la Edad Media por lo que adquirió su nombre y ha sido conservada en la Iglesia católica hasta nuestros días, aunque litúrgicamente haya sido sustituida por traducciones vernáculas.
El Concilio de Trento mandó hacer una nueva edición de la Vulgata latina que fue llamada Sixtina por su autor, el Papa Sixto V. Una nueva revisión de ésta fue editada por el Papa Clemente VIII en 1592, llamada la Sixto-Clementina, o simplemente la Clementina, que ha sido la traducción oficial de la Biblia latina hasta 1979.
El Papa Pablo VI, siguiendo las indicaciones de los padres conciliares, mandó realizar una nueva versión corregida y depurada de la Vulgata, la Nueva Vulgata, que recoge algunos textos aún de la Vetus Latina (Tobías y Judith) y que fue promulgada en 1979 por Juan Pablo II mediante la Constitución Apostólica
Scripturarum Thesaurus.

Biblia prealfonsina: se conserva en dos manuscritos, del s. XIII y XV, que son complementarios y que se han conocido por este nombre, o también como Biblia romanceada prealfonsina, pues reflejan un estadio de la lengua española aún muy primitivo. Es una versión traducida de la Vulgata, probablemente realizada antes del reinado de Alfonso X.

Biblia alfonsina: Edición patrocinada por Alfonso X El Sabio, incluida en la Grande e general estoria de este rey. Se ciñe a la Vulgata, aunque tiene en cuenta algunos textos de la Biblia prealfonsina.

Biblia de Alba (1430): versión castellana del AT traducida por el rabino Moisés Arragel según encargo del Maestre de la Orden de Calatrava, Don Luis Guzmán. Para el comentario que acompaña al texto su autor se valió de los teólogos cristianos y judíos de su época.
Se caracteriza por un lenguaje muy puro. Toma su nombre debido al original que se conserva en el archivo de la casa ducal de Alba, uno de sus principales tesoros.
Posee unas ilustraciones de valor auténticamente extraordinario. La ilustración que encabeza este artículo corresponde a esta obra. Fue reproducida en facsímil con motivo de las celebraciones de 1992.

Biblia Políglota Complutense (1520): Por encargo del Cardenal Jiménez de Cisneros, Arzobispo de Toledo, esta biblia contiene textos en hebreo, arameo (del targum Onkelos, versión de la Torá), latín y griego.
Tiene la peculiaridad de ser la primera edición impresa del mundo de la versión de los LXX y del Nuevo Testamento en griego.
Su nombre procede de la ciudad española de Alcalá de Henares (lat.
Complutum) donde se reunieron los sabios que comenzaron los trabajos de traducción. Se conservan 123 de las 600 copias publicadas.

Biblia Regia o de Amberes (1568-1572): patrocinada por el Rey Felipe II fue una revisión de la Políglota Complutense. Fue editada por el erudito Benito Arias Montano.

(Continuará ...)

Artículos relacionados:
Principales ediciones de la Biblia (y II)

lunes, 9 de febrero de 2009

Eluana Englaro ha muerto


Descanse en la paz de Cristo, en los brazos del Padre que no defrauda.

La foto de mi padre


Hubo un momento en mi vida en que tuve que vivir alejado de mi padre. Mi padre lo significaba todo para mí, por lo que disfrutaba de su presencia; cuando me vi obligado a alejarme de él sentí un vacío muy grande.


Me di cuenta al poco tiempo que si cogía alguna de las fotos de él que tenía guardadas en un album y las ponía en un sitio donde pudiera verlas más a menudo, me serviría para aliviar la lejanía de su presencia.


Y así lo hice.


Cuando revisé la colección de fotos, vi que tenía varias fotos de él: unas de cuando era joven, otras ya de mayor, y otras cuando lo estuvo pasando mal por culpa mía. Para mí era mucho más fácil verlo en su época joven que cuando estuvo sufriendo, pues verlo en ese estado me hacía a mí sufrir también.


Esas fotos, las de su sufrimiento, las veía con mucho respeto y casi en posición de firmes. Verlo sufrir también me enseñó a apreciar cómo me amaba. Ni se me hubiera ocurrido recrearme en las heridas de su dolor.


Pensé en colocar unas fotos en un portarretratos de plata en el salón de mi casa. Así podría ver su cara a diario. Otra foto más pequeña la metería en mi cartera para llevarla conmigo.


Cuando veo las fotos noto que no eliminan la lejanía de la presencia de mi padre ni mi necesidad de hablar con él, pero sí alivian ese pesar hasta hacerlo más soportable. Incluso generan en mí una pequeña alegría cuando las miro pues me hacen presente la figura de él.


Llegué a tener mucha familiaridad con esas fotos, pero siempre fui consciente de que las fotos no eran igual que mi padre. ¿Cómo va a compararse un papel impreso a una persona humana viva, que siente y que ama? ¿Quién podía llegar a pensar eso?


Muchas personas, al ver las fotos que para mí representaban tanto, sólo podían ver la obra de un fotógrafo, de un artista del retrato y admiraban más la calidad de la instantánea, del papel, del portarretratos, que los sentimientos que despertaban en mí. Para mí significaban más, mucho más, infinitamente más.


De hecho yo valoraba mucho más el pequeño trozo de papel ajado que el propio portarretratos de plata que lo contenía, cuyo valor material era nada al lado de él. Pero, del mismo modo, nada era el papel al lado de mi padre verdadero, el de carne y hueso.


Lo único que aliviaba de verdad la pesadumbre de la distancia era cuando podía hablar por teléfono con él. Ese contacto directo era el que de verdad me hacía olvidarme de todo, dado que tenía puesto los cinco sentidos en sus palabras. Incluso cuando miraba las fotos mientras hablaba con él, eso sólo servía para ponerle un rostro a esas palabras, para aumentar, si cabe, la felicidad de hablar con él, pero nunca para sustituir la conversación personal.


Cuando no hablaba con él, eran las fotos las que me hablaban de él, me acompañaban, me hacían los días más llevaderos; incluso llegué a tener tanta familiaridad con ellas que me permití el lujo de entablar una especie de diálogo con ellas. Sin embargo esa conversación nunca fue con la foto (¿quién le va a hablar a un trozo de papel?...), sino con la imagen que la foto representaba en mi mente, que era la de mi padre vivo.


Era consciente de que la foto no era mi padre, pero encontraba un cierto alivio en expresar mis pensamientos de esa manera, en la intimidad de mi corazón. De todos modos, ese diálogo no sustituía al ansia de hablar con él directamente. Más bien lo aumentaba.


Los momentos más gozosos fueron cuando pude volver a casa. Entonces, ya las fotos tuvieron un valor secundario, ya nada podía sustituir a aquel contacto directo.


---
Todos los cristianos nos hemos colocado ante una imagen del Señor, de la Virgen o de los santos al menos alguna vez en nuestra vida. Y también hemos estado ante Jesús Eucaristía, no imagen, sino verdadera presencia del Señor.

Ya el Concilio II de Nicea (787) declaró herética la tendencia iconoclasta, pero matizando en qué consiste el culto católico a las imágenes:

"Mirando estas imágenes, el fiel se acordará de aquel que ellas representan, se estimulará a imitarlo y se sentirá estimulado a tributarle respeto y veneración,
sin atribuir por eso a ellas un culto de adoración verdadero y propio, que corresponde sólo a Dios...

Ésta era la piadosa costumbre de los antiguos, ya que
el honor dado a una imagen va a aquel que ella representa, y quien venera a una imagen intenta venerar la persona allí representada."

Mensaje del Papa con motivo de la XVII Jornada Mundial del Enfermo


COMUNIDAD CRISTIANA: AYUDAR FAMILIARES NIÑOS ENFERMOS

CIUDAD DEL VATICANO, 7 FEB 2009.

Se ha publicado hoy el Mensaje del Santo Padre con motivo de la XVII Jornada Mundial del Enfermo, que se celebra todos los años el 11 de febrero, memoria litúrgica de la Virgen de Lourdes.

"Este año nuestra atención se dirige especialmente a los niños -escribe el Papa- (...) y entre ellos a los enfermos y a los que sufren. Hay pequeños seres humanos que llevan en el cuerpo las secuelas de enfermedades que invalidan y otros que luchan contra males todavía incurables a pesar del progreso de la medicina".

"Hay niños heridos en el cuerpo y en el alma por los conflictos y las guerras, y otros víctimas inocentes del odio de insensatos adultos. Hay "chicos de la calle", privados del calor de una familia y abandonados a sí mismos y menores profanados por gente abyecta que viola su inocencia, causándoles una herida psicológica que los marcará para el resto de la vida. No podemos olvidar el número incalculable de niños que mueren de sed, de hambre, por ausencia de asistencia sanitaria, ni tampoco a los pequeños refugiados y prófugos que dejan junto con sus padres sus tierras buscando condiciones de vida mejores. De todos estos niños se eleva un silencioso grito de dolor que interpela nuestra conciencia de seres humanos y de creyentes".

"La comunidad cristiana, que no puede permanecer indiferente ante situaciones tan dramáticas -prosigue el texto-, advierte la necesidad imperiosa de intervenir. (...) Espero, por tanto, que la Jornada Mundial del Enfermo brinde también la oportunidad a las comunidades parroquiales y diocesanas de ser cada vez más conscientes de que son "familia de Dios" y les lleve a hacer perceptible (...) el amor del Señor, que pide que "precisamente en la Iglesia misma como familia, ninguno de sus miembros sufra por encontrarse en necesidad".

Benedicto XVI observa a continuación que "ya que el niño enfermo forma parte de una familia que comparte sus sufrimientos, a menudo con graves inconvenientes y dificultades, las comunidades cristianas no pueden dejar de hacerse cargo de ayudar a los núcleos familiares afectados por la enfermedad de un hijo o una hija. Siguiendo el ejemplo del "Buen Samaritano", es necesario acoger a las personas sometidas a pruebas tan duras y ofrecerles la ayuda de una solidaridad concreta".

"La dedicación y el compromiso constantes en servicio de los niños enfermos son un testimonio elocuente del amor por la vida humana, en particular por la vida de los que son del todo débiles y dependen absolutamente de los demás. Es necesario afirmar con fuerza la dignidad suprema y absoluta de toda vida humana. Con el pasar del tiempo no cambia la enseñanza que la Iglesia proclama incesantemente: la vida humana es bella y hay que vivirla con plenitud también cuando es débil y está envuelta en el misterio del sufrimiento".

"Juan Pablo II, que nos ofreció un ejemplo luminoso de aceptación paciente del sufrimiento, sobre todo en el ocaso de su vida, escribía: "En la cruz está el "Redentor del hombre", el Varón de dolores, que ha asumido en sí mismo los sufrimientos físicos y morales de los hombres de todos los tiempos, para que en el amor puedan encontrar el sentido salvífico de su dolor y las respuestas válidas a todas sus preguntas".

Por último, Benedicto XVI manifiesta su "aprecio y aliento a las organizaciones nacionales e internacionales que se ocupan de los niños enfermos, sobre todo en los países pobres, con generosidad y abnegación", y a todos cuantos "se dedican con amor a curar y aliviar los sufrimientos de los enfermos" .

"Un saludo muy especial -concluye- para vosotros, queridos niños enfermos y que sufrís: el Papa os abraza con afecto paterno junto a vuestros padres y familiares y os asegura un recuerdo especial en la oración, invitándoos a confiar en la ayuda materna de la Inmaculada Virgen María".

(VIS)

domingo, 8 de febrero de 2009

Pensamientos (II)


19. "...Misterio verdaderamente tremendo y que jamás se meditará bastante, el que la salvación de muchos dependa de las oraciones y voluntarias mortificaciones de los miembros del Cuerpo místico de Jesucristo, dirigidas a este objeto, y de la cooperación que Pastores y fieles —singularmente los padres y madres de familia— han de ofrecer a nuestro Divino Salvador. ..."

S.S. Pío XII, de la Encíclica Mystici Corporis Christi, sobre la Iglesia como Cuerpo Místico de Cristo.



La salvación de cada uno de nosotros no depende exclusivamente de nuestros méritos, sino de las oraciones que otros ofrezcan por mí.


Esto me abre una puerta maravillosa: si conozco a alguien que amo profundamente y veo que pierde su vida y se aleja de Dios, puedo rezar por él y coopero a su salvación.


Misterio verdaderamente tremendo.


Enlaces relacionados:
Fija tu mirada en Cristo
Prepararse a la oración

Para orar (II)

LETANIAS DE LA HUMILDAD

¡Oh Jesús! Manso y Humilde de Corazón, escúchame:
del deseo de ser reconocido, líbrame Señor
del deseo de ser estimado, líbrame Señor
del deseo de ser amado, líbrame Señor
del deseo de ser ensalzado, ...
del deseo de ser alabado, ...
del deseo de ser aplaudido, ...
del deseo de ser preferido, ...
del deseo de ser consultado, ...
del deseo de ser aceptado, ...
del deseo de ser aprobado, ...
del deseo de quedar bien, ...
del deseo de recibir honores, ...

del temor de ser criticado, líbrame Señor
del temor de ser juzgado, líbrame Señor
del temor de ser atacado, líbrame Señor
del temor de ser humillado, ...
del temor de ser despreciado, ...
del temor de ser señalado, ...
del temor de perder la fama, ...
del temor de ser reprendido, ...
del temor de ser calumniado, ...
del temor de ser olvidado, ...
del temor de ser ridiculizado, ...
del temor de ser juzgado con malicia, ...
del temor de ser sospechado, ...

Jesús, concédeme la gracia de desear:
-que los demás sean más amados que yo,
-que los demás sean más estimados que yo,
-que en la opinión del mundo, otros sean engrandecidos y yo humillado,
-que los demás sean preferidos y yo abandonado,
-que los demás sean alabados y yo menospreciado,
-que los demás sean elegidos en vez de mí en todo,
-que los demás sean más santos que yo, con tal que yo me santifique debidamente.

ORACIÓN
Oh Jesús que, siendo Dios, te humillaste hasta la muerte, y muerte de cruz, para ser ejemplo perenne que confunda nuestro orgullo y amor propio. Concédenos la gracia de aprender y practicar tu ejemplo, para que humillándonos como corresponde a nuestra miseria aquí en la tierra, podamos ser ensalzados hasta gozar eternamente de ti en el cielo. Amén.

(Su Eminencia, el Cardenal Merry del Val, acostumbraba rezar estas Letanías diariamente, después de celebrar la Santa Misa. Hoy está en proceso de beatificación).

Enlaces relacionados:

¿Por qué el auge de la misa tridentina?


En tiempos muy recientes estamos viviendo un auge de la celebración de la misa según el misal aprobado por San Pío V según las normas del Concilio de Trento, y cuya última edición fue publicada en 1962 por el beato Juan XXIII.

El motu proprio Summorum Pontificum de S.S. Benedicto XVI ha sido el documento que ha reconocido públicamente que dicha forma de celebración no había sido abolida en la Iglesia y que se le da el carácter de modo extraordinario. ¿Por qué este auge en este momento?

El Concilio Vaticano II es uno de los grandes concilios de la Iglesia. Esto no cabe duda. En su aplicación, en la época que se ha llamado el "postconcilio", se han derivado muchas interpretaciones erróneas y exageraciones que han provocado una gran desorientación en muchos fieles a través de la desinformación de los pastores. Y esta desorientación se ha producido en muy distintos niveles: litúrgico, espiritual, dogmático, doctrinal, moral, etc. Muchas han sido las consecuencias negativas que se han desprendido de esta situación.

Nos vamos a centrar en los aspectos litúrgico y espiritual que son los que creo que están implicados en nuestra situación actual.

El postconcilio implicó el abandono de todas las prácticas de piedad que se celebraban por el pueblo en los tiempos anteriores. Dichas prácticas de piedad supusieron el lazo de unión con Dios de muchas generaciones de cristianos. En aras y defensa de una mejor y mayor espiritualidad, todo eso fue abandonado por la mayoría de los pastores (y por tanto, del pueblo); sin embargo, no fue sustituido por nada. Se criticaron ciertas prácticas de piedad pero no hubo ninguna labor de crear unos nuevos medios de espiritualidad. Simplemente, se optó por la tarea destructora sin construir nada nuevo.

Esto ha llevado al abandono de la vida espiritual de muchos cristianos, con el consiguiente abandono de sus frutos en la vida cristiana. De algún modo, esta situación ha ayudado a crear la situación de falta de fe y piedad de la sociedad en la que vivimos.

Pero las consecuencias de esa destrucción han sido aún peores: una segunda, y más triste consecuencia si cabe, fue la del abandono de la vida espiritual por muchos de los pastores. Los que debían ser los guías del pueblo de Dios en su vida de fe y espiritualidad han caído, en buen número, en una frialdad de espíritu que han contagiado al pueblo.

La liturgia, como medio de expresión de la fe del Pueblo de Dios, también se ha visto afectada por este proceso, de modo que si bien los rituales sacramentales aprobados tras el Concilio Vaticano II son extraordinariamente ricos en fórmulas, simbología, historia, sin embargo han sido aplicados con demasiada cicatería, y con una interpretación muy favorable para todo lo que signifique innovación, olvidando todo lo que implique respeto al Pueblo de Dios que también está celebrando.

Parecía que existiera como una cierta reticencia de adorar a Jesús en el Sacramento del Altar, de realizar celebraciones eucarísticas verdaderamente dignas en lo espiritual, no sólo en lo meramente escénico, en definitiva, de vivir el auténtico sentido de la Misa.


Muchos celebrantes se han considerado a sí mismos en un nivel superior a lo que estaban celebrando, lo que ha desembocado en creerse dueños de la liturgia, máximos jueces de si está bien o no lo que se hace y, por tanto, con la autoridad suficiente para cambiar cuantas cosas sean necesarias aun sin tener el criterio suficiente para ese discernimiento.

Estos celebrantes innovadores han olvidado un detalle muy importante, que es la participación del pueblo en la Misa y en la liturgia. Así lo proclamamos en la liturgia: "Orad, hermanos, para que este sacrificio mío y vuestro..." ¿Se han preguntado alguna vez esos celebrantes si la comunidad cristiana para la que celebran está de acuerdo con sus innovaciones?.

La Misa, por tanto, se ha visto degradada en este sentido. Repito, no porque las normas no estuvieran bien elaboradas, sino porque su aplicación por los responsables no ha sido la adecuada desde el punto de vista litúrgico y espiritual. La ignorancia ha llevado a muchos a entender la Misa como lo que no es. La Misa es la actualización del sacrificio redentor de Cristo en la Cruz que se sigue inmolando al Padre en el Cielo, y también es un banquete de bodas. La Misa no es un mero banquete al estilo de una celebración familiar en el que cabe cualquier originalidad que a uno se le ocurra.

En la misa tridentina, la que se celebraba por la Iglesia antes del Concilio Vaticano II, mucha gente no entendía lo que se decía, pero se era consciente de que se adoraba a Cristo presente.

En las misas celebradas tras el Concilio se entiende perfectamente todo lo que se está celebrando, pero quizás ha faltado la conciencia de que se adora a Jesús.

La verdadera espiritualidad de la Misa exigiría, a mi juicio, que entendiéndose lo que se está celebrando, se fuera partícipe al mismo tiempo del sentido de adoración espiritual a Cristo Sacramentado que se inmola en cada altar donde se celebra una Misa.

En este contexto se entiende que muchas personas añoren la espiritualidad que vivían cuando asistían hace años a las misas celebradas por el rito del misal de San Pío V. A mi entender, esto no la constituye en "mejor celebración" que el rito ordinario actual, sino simplemente revela el legítimo ansia espiritual del pueblo cristiano que, movido por el Espíritu Santo, busca vivir la verdadera unión con el que nos ha dado la vida.

En mi opinión, respetando la de cualquier otra persona y la voluntad del Santo Padre, el rito de la Misa aprobado por Pablo VI ofrece el mismo tesoro espiritual a la Iglesia que el rito tridentino: sólo hay que conocerlo, respetarlo, vivirlo y amarlo.